TÍTULO

COMUNIDADES NEOCATECUMENALES - Albatera(Alicante-España)

Albatera y la JMJ 2011



Familias alicantinas acogerán a mas de 200 jóvenes dominicanos y australianos que vienen a ver al papa.

Grupos de iniciación cristiana recorrerán la próxima semana el centro de la ciudad, el Puerto y las playas para anunciar el Evangelio

J. HERNANDEZ. Más de 200 jóvenes de grupos de iniciación cristiana -camino neocatecumenal- procedentes de la República Dominicana y Australia que vienen a España para participar en el encuentro mundial con el papa serán acogidos por familias alicantinas de las parroquias del Corpus Christi y el Buen Pastor durante su estancia en la ciudad. Las familias les proporcionarán alojamiento y les facilitarán la comida, los desplazamientos y la asistencia a las distintas liturgias, según explicó ayer Eustaquio Fernández, responsables de las comunidades neocatecumenales de la Diócesis de Orihuela-Alicante.

Estos jóvenes, que vienen acompañados de sus catequistas, forman parte de un gran grupo de 565 peregrinos del Camino Neocatecumenal que se repartirán entre el lunes y jueves próximo por distintos puntos de la provincia. A Alicante vendrán en un principio un centenar de dominicanos -los australianos llegarán después del encuentro con el papa en Madrid-, mientras que en Aspe se alojarán 120 norteamericanos de Dallas acogidos por familias adscritas a la iglesia del Buen Pastor; en Villena 150 jóvenes de Boston con familias de la comunidad cristiana de la parroquia de Santiago; y en Albatera habrá otro centenar de dominicanos acogidos por fieles de la iglesia Santiago Apóstol.
A todo este contingente de iniciación cristiana se suman otros 600 jóvenes peregrinos más de Oklahoma, Polonia, Eslovaquia, Brasil y Francia que aterrizarán antes en la provincia, a partir de mañana, y que serán acogidos por familias de Pilar de la Horadada, donde la parroquia de Nuestra Señora del Pilar se está encargando de los preparativos, o bien se alojarán en instalaciones deportivas de Torrevieja y Elche. En el caso de esta última, diez parroquias y Cáritas llevan meses preparando la acogida.
Dado que la llegada es escalonada, el momento en que el mayor número de ellos estará reunido será el próximo lunes a partir de las 10.30 horas en la misa "de envío" que oficiará el obispo, Rafael Palmero, en la Concatedral de San Nicolás, en Alicante, en la que estarán también más de 400 peregrinos de las distintas parroquias de la Diócesis. 
Una vez que termine este acto, los jóvenes se repartirán en grupos y recorrerán los puntos más emblemáticos de la capital alicantina, como son las calles del centro, el Puerto y las playas del Postiguet o San Juan en misión cristiana, anunciando el Evangelio a la gente, cantando y tocando la guitarra. "Será en todo momento con educación y respeto, informando sobre el encuentro con el Papa e invitando a los jóvenes que quieran a acudir, pero sin obligar a nadie", añadió Fernández, quien destacó que cuentan con el permiso del obispo para esta misión, y para "transmitir la buena noticia de que Dios nos ama y que por eso envió a su único hijo a morir por nosotros, para salvarnos", reza en uno de los textos de Noticias Diocesanas, que es el boletín informativo del Obispado.
Dado que serán más de mil los jóvenes de movimientos neocatecumenales de distintos países que van a visitar la provincia con motivo del encuentro con el Papa, la misión evangelizadora se extenderá por todos los municipios de la costa, desde Calpe a Benidorm, Villajoyosa, El Campello, Santa Pola y Torrevieja. "Irán en parejas rezando por las plazas", dijo el responsable de las comunidades neocatecumenales.
Además, dentro de las actividades complementarias saldrán de misión evangelizadora el lunes por la noche en Elche e irán caminando a Santa Faz y Orito el martes. También barajan visitar la zona de pubs del Puerto de Alicante por la noche para hablar con los jóvenes. 
Durante el trayecto hacia Madrid, que se realizará en autobús, irán haciendo paradas para continuar evangelizando. Guiados por los catequistas, rezarán y en los distintos autobuses leerán las vidas de los santos. En la capital participarán de las actividades programadas con el Papa y cuando Benedicto XVI se haya marchado, el lunes 22, acudirán al encuentro neocatecumenal que se celebrará en la Cibeles,al que está previsto que asistan más de 200.000 personas de estos movimientos cristianos que se repartirán por distintas provincias durante su estancia en España.En ese acto habrá espacio para la catequesis, la oración y la petición de vocaciones para el sacerdocio, la vida consagrada o la misión. Una vez que termine la cita con el Pontífice, un centenar de peregrinos australianos se vendrán a Alicante hasta el día 26 para continuar con la misión evangelizadora. 
A los actos en Madrid asistirán además jóvenes y familias de distintas parroquias de la Diócesis en sus coches particulares.
  
Reparto de diez mil octavillas, pancartas, cantos y oraciones
La comunidad neocatecumenal de la Diócesis ha encargado la realización de diez mil octavillas con el mensaje evangelizador impreso en ellas, que los jóvenes peregrinos repartirán a su paso por calles y plazas. También se prepararán pancartas con mensajes para la misa presidida por el obispo del próximo lunes, y en su recorrido por la ciudad en el que irán transmitiendo la fe cristiana e invitando a los jóvenes que aún no se han decidido a viajar a Madrid al encuentro mundial con el Papa irán tocando la guitarra y cantando salmos. Los jóvenes que llegarán desde la Diócesis a esta cita que se celebra cada tres años se alojarán en pabellones deportivos de Móstoles, desde donde se desplazarán a Cuatro Vientos, punto de encuentro con el Pontífice.

ESCRUTE DE LA PALABRA POR LOS JOVENES 27/03/2011

Jóvenes de varias localidades se reunen en la Parroquia de Corpus de Alicante para escrutar las escrituras. 

55 Preguntas sobre Jesus de Nazareth (Benedicto XVI)

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LOS JOVENES ESCRUTAN LA PALABRA

Os presentamos un video sobre el escrute de la palabra que nos han remitido los hermanos de la parroquia Corpus Christi de Alicante

Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2011

Con Cristo sois sepultados en el Bautismo, con él también habéis resucitado
Autor: S.S.- Benedicto XVI | Fuente: http://www.vatican.va/
«Con Cristo sois sepultados en el Bautismo,
con él también habéis resucitado» (cf. Col 2, 12)


Queridos hermanos y hermanas:

La Cuaresma, que nos lleva a la celebración de la Santa Pascua, es para la Iglesia un tiempo litúrgico muy valioso e importante, con vistas al cual me alegra dirigiros unas palabras específicas para que lo vivamos con el debido compromiso. La Comunidad eclesial, asidua en la oración y en la caridad operosa, mientras mira hacia el encuentro definitivo con su Esposo en la Pascua eterna, intensifica su camino de purificación en el espíritu, para obtener con más abundancia del Misterio de la redención la vida nueva en Cristo Señor (cf. Prefacio I de Cuaresma).

1. Esta misma vida ya se nos transmitió el día del Bautismo, cuando «al participar de la muerte y resurrección de Cristo» comenzó para nosotros «la aventura gozosa y entusiasmante del discípulo» (Homilía en la fiesta del Bautismo del Señor, 10 de enero de 2010). San Pablo, en sus Cartas, insiste repetidamente en la comunión singular con el Hijo de Dios que se realiza en este lavacro. El hecho de que en la mayoría de los casos el Bautismo se reciba en la infancia pone de relieve que se trata de un don de Dios: nadie merece la vida eterna con sus fuerzas. La misericordia de Dios, que borra el pecado y permite vivir en la propia existencia «los mismos sentimientos que Cristo Jesús» (Flp 2, 5) se comunica al hombre gratuitamente.

El Apóstol de los gentiles, en la Carta a los Filipenses, expresa el sentido de la transformación que tiene lugar al participar en la muerte y resurrección de Cristo, indicando su meta: que yo pueda «conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos» (Flp 3, 10-11). El Bautismo, por tanto, no es un rito del pasado sino el encuentro con Cristo que conforma toda la existencia del bautizado, le da la vida divina y lo llama a una conversión sincera, iniciada y sostenida por la Gracia, que lo lleve a alcanzar la talla adulta de Cristo.

Un nexo particular vincula al Bautismo con la Cuaresma como momento favorable para experimentar la Gracia que salva. Los Padres del Concilio Vaticano II exhortaron a todos los Pastores de la Iglesia a utilizar «con mayor abundancia los elementos bautismales propios de la liturgia cuaresmal» (Sacrosanctum Concilium, 109). En efecto, desde siempre, la Iglesia asocia la Vigilia Pascual a la celebración del Bautismo: en este Sacramento se realiza el gran misterio por el cual el hombre muere al pecado, participa de la vida nueva en Jesucristo Resucitado y recibe el mismo espíritu de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos (cf. Rm 8, 11). Este don gratuito debe ser reavivado en cada uno de nosotros y la Cuaresma nos ofrece un recorrido análogo al catecumenado, que para los cristianos de la Iglesia antigua, así como para los catecúmenos de hoy, es una escuela insustituible de fe y de vida cristiana: viven realmente el Bautismo como un acto decisivo para toda su existencia.

2. Para emprender seriamente el camino hacia la Pascua y prepararnos a celebrar la Resurrección del Señor -la fiesta más gozosa y solemne de todo el Año litúrgico-, ¿qué puede haber de más adecuado que dejarnos guiar por la Palabra de Dios? Por esto la Iglesia, en los textos evangélicos de los domingos de Cuaresma, nos guía a un encuentro especialmente intenso con el Señor, haciéndonos recorrer las etapas del camino de la iniciación cristiana: para los catecúmenos, en la perspectiva de recibir el Sacramento del renacimiento, y para quien está bautizado, con vistas a nuevos y decisivos pasos en el seguimiento de Cristo y en la entrega más plena a él.

El primer domingo del itinerario cuaresmal subraya nuestra condición de hombre en esta tierra. La batalla victoriosa contra las tentaciones, que da inicio a la misión de Jesús, es una invitación a tomar conciencia de la propia fragilidad para acoger la Gracia que libera del pecado e infunde nueva fuerza en Cristo, camino, verdad y vida (cf. Ordo Initiationis Christianae Adultorum, n. 25). Es una llamada decidida a recordar que la fe cristiana implica, siguiendo el ejemplo de Jesús y en unión con él, una lucha «contra los Dominadores de este mundo tenebroso» (Ef 6, 12), en el cual el diablo actúa y no se cansa, tampoco hoy, de tentar al hombre que quiere acercarse al Señor: Cristo sale victorioso, para abrir también nuestro corazón a la esperanza y guiarnos a vencer las seducciones del mal.

El Evangelio de la Transfiguración del Señor pone delante de nuestros ojos la gloria de Cristo, que anticipa la resurrección y que anuncia la divinización del hombre. La comunidad cristiana toma conciencia de que es llevada, como los Apóstoles Pedro, Santiago y Juan «aparte, a un monte alto» (Mt 17, 1), para acoger nuevamente en Cristo, como hijos en el Hijo, el don de la gracia de Dios: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle» (v. 5). Es la invitación a alejarse del ruido de la vida diaria para sumergirse en la presencia de Dios: él quiere transmitirnos, cada día, una palabra que penetra en las profundidades de nuestro espíritu, donde discierne el bien y el mal (cf. Hb 4, 12) y fortalece la voluntad de seguir al Señor.

La petición de Jesús a la samaritana: «Dame de beber» (Jn 4, 7), que se lee en la liturgia del tercer domingo, expresa la pasión de Dios por todo hombre y quiere suscitar en nuestro corazón el deseo del don del «agua que brota para vida eterna» (v. 14): es el don del Espíritu Santo, que hace de los cristianos «adoradores verdaderos» capaces de orar al Padre «en espíritu y en verdad» (v. 23). ¡Sólo esta agua puede apagar nuestra sed de bien, de verdad y de belleza! Sólo esta agua, que nos da el Hijo, irriga los desiertos del alma inquieta e insatisfecha, «hasta que descanse en Dios», según las célebres palabras de san Agustín.

El domingo del ciego de nacimiento presenta a Cristo como luz del mundo. El Evangelio nos interpela a cada uno de nosotros: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?». «Creo, Señor» (Jn 9, 35.38), afirma con alegría el ciego de nacimiento, dando voz a todo creyente. El milagro de la curación es el signo de que Cristo, junto con la vista, quiere abrir nuestra mirada interior, para que nuestra fe sea cada vez más profunda y podamos reconocer en él a nuestro único Salvador. Él ilumina todas las oscuridades de la vida y lleva al hombre a vivir como «hijo de la luz».

Cuando, en el quinto domingo, se proclama la resurrección de Lázaro, nos encontramos frente al misterio último de nuestra existencia: «Yo soy la resurrección y la vida... ¿Crees esto?» (Jn 11, 25-26). Para la comunidad cristiana es el momento de volver a poner con sinceridad, junto con Marta, toda la esperanza en Jesús de Nazaret: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo» (v. 27). La comunión con Cristo en esta vida nos prepara a cruzar la frontera de la muerte, para vivir sin fin en él. La fe en la resurrección de los muertos y la esperanza en la vida eterna abren nuestra mirada al sentido último de nuestra existencia: Dios ha creado al hombre para la resurrección y para la vida, y esta verdad da la dimensión auténtica y definitiva a la historia de los hombres, a su existencia personal y a su vida social, a la cultura, a la política, a la economía. Privado de la luz de la fe todo el universo acaba encerrado dentro de un sepulcro sin futuro, sin esperanza.

El recorrido cuaresmal encuentra su cumplimiento en el Triduo Pascual, en particular en la Gran Vigilia de la Noche Santa: al renovar las promesas bautismales, reafirmamos que Cristo es el Señor de nuestra vida, la vida que Dios nos comunicó cuando renacimos «del agua y del Espíritu Santo», y confirmamos de nuevo nuestro firme compromiso de corresponder a la acción de la Gracia para ser sus discípulos.

3. Nuestro sumergirnos en la muerte y resurrección de Cristo mediante el sacramento del Bautismo, nos impulsa cada día a liberar nuestro corazón del peso de las cosas materiales, de un vínculo egoísta con la «tierra», que nos empobrece y nos impide estar disponibles y abiertos a Dios y al prójimo. En Cristo, Dios se ha revelado como Amor (cf. 1 Jn 4, 7-10). La Cruz de Cristo, la «palabra de la Cruz» manifiesta el poder salvífico de Dios (cf. 1 Co 1, 18), que se da para levantar al hombre y traerle la salvación: amor en su forma más radical (cf. Enc. Deus caritas est, 12). Mediante las prácticas tradicionales del ayuno, la limosna y la oración, expresiones del compromiso de conversión, la Cuaresma educa a vivir de modo cada vez más radical el amor de Cristo. El ayuno, que puede tener distintas motivaciones, adquiere para el cristiano un significado profundamente religioso: haciendo más pobre nuestra mesa aprendemos a superar el egoísmo para vivir en la lógica del don y del amor; soportando la privación de alguna cosa -y no sólo de lo superfluo- aprendemos a apartar la mirada de nuestro «yo», para descubrir a Alguien a nuestro lado y reconocer a Dios en los rostros de tantos de nuestros hermanos. Para el cristiano el ayuno no tiene nada de intimista, sino que abre mayormente a Dios y a las necesidades de los hombres, y hace que el amor a Dios sea también amor al prójimo (cf. Mc 12, 31).

En nuestro camino también nos encontramos ante la tentación del tener, de la avidez de dinero, que insidia el primado de Dios en nuestra vida. El afán de poseer provoca violencia, prevaricación y muerte; por esto la Iglesia, especialmente en el tiempo cuaresmal, recuerda la práctica de la limosna, es decir, la capacidad de compartir. La idolatría de los bienes, en cambio, no sólo aleja del otro, sino que despoja al hombre, lo hace infeliz, lo engaña, lo defrauda sin realizar lo que promete, porque sitúa las cosas materiales en el lugar de Dios, única fuente de la vida. ¿Cómo comprender la bondad paterna de Dios si el corazón está lleno de uno mismo y de los propios proyectos, con los cuales nos hacemos ilusiones de que podemos asegurar el futuro? La tentación es pensar, como el rico de la parábola: «Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años... Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma"» (Lc 12, 19-20). La práctica de la limosna nos recuerda el primado de Dios y la atención hacia los demás, para redescubrir a nuestro Padre bueno y recibir su misericordia.

En todo el período cuaresmal, la Iglesia nos ofrece con particular abundancia la Palabra de Dios. Meditándola e interiorizándola para vivirla diariamente, aprendemos una forma preciosa e insustituible de oración, porque la escucha atenta de Dios, que sigue hablando a nuestro corazón, alimenta el camino de fe que iniciamos en el día del Bautismo. La oración nos permite también adquirir una nueva concepción del tiempo: de hecho, sin la perspectiva de la eternidad y de la trascendencia, simplemente marca nuestros pasos hacia un horizonte que no tiene futuro. En la oración encontramos, en cambio, tiempo para Dios, para conocer que «sus palabras no pasarán» (cf. Mc 13, 31), para entrar en la íntima comunión con él que «nadie podrá quitarnos» (cf. Jn 16, 22) y que nos abre a la esperanza que no falla, a la vida eterna.

En síntesis, el itinerario cuaresmal, en el cual se nos invita a contemplar el Misterio de la cruz, es «hacerme semejante a él en su muerte» (Flp 3, 10), para llevar a cabo una conversión profunda de nuestra vida: dejarnos transformar por la acción del Espíritu Santo, como san Pablo en el camino de Damasco; orientar con decisión nuestra existencia según la voluntad de Dios; liberarnos de nuestro egoísmo, superando el instinto de dominio sobre los demás y abriéndonos a la caridad de Cristo. El período cuaresmal es el momento favorable para reconocer nuestra debilidad, acoger, con una sincera revisión de vida, la Gracia renovadora del Sacramento de la Penitencia y caminar con decisión hacia Cristo.

Queridos hermanos y hermanas, mediante el encuentro personal con nuestro Redentor y mediante el ayuno, la limosna y la oración, el camino de conversión hacia la Pascua nos lleva a redescubrir nuestro Bautismo. Renovemos en esta Cuaresma la acogida de la Gracia que Dios nos dio en ese momento, para que ilumine y guíe todas nuestras acciones. Lo que el Sacramento significa y realiza estamos llamados a vivirlo cada día siguiendo a Cristo de modo cada vez más generoso y auténtico. Encomendamos nuestro itinerario a la Virgen María, que engendró al Verbo de Dios en la fe y en la carne, para sumergirnos como ella en la muerte y resurrección de su Hijo Jesús y obtener la vida eterna.

Vaticano, 4 de noviembre de 2010

BENEDICTUS PP. XVI

CATEQUESIS PARA JOVENES Y ADULTOS-ALBATERA ENERO 2011


DIOS TE AMA,
¡EXPERIMENTALO¡
INICIACION CRISTIANA DE JOVENES Y ADULTOS
Catequesis LUNES Y JUEVES  a las 21h 
En los salones de la ermita 
PARROQUIA SANTIAGO APOSTOL DE ALBATERA

Con servicio de guardería
Telf contacto 678 790 286

Llegan a España las «Comunidades en misión»

La Razón 09/01/2011 Juan Cadarso
Hace dos años se inició esta modelo de «Nueva evangelización» en Roma
Algunas comunidades neocatecumenales partirán hacia barrios dificiles, para ayudar en la evangelización.

El cardenal arzobispo de Madrid, Rouco Varela, regaló la cruz misionera a las comunidades durante el envío
MADRID- Un nuevo modelo de evangelizacion ha dado a luz en Madrid. El pasado jueves 6 de enero fueron enviadas por el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, las primeras diez comunidades en misión («communitates in missionem») de España,  a siete parroquias de la diócesis de Madrid. leer mas